¿Estas pensando en la posibilidad de migrar a otro país? ¿Ese país no es Europa ni Estados Unidos sino que incluye una residencia en territorio árabe? ¿Además de todo esto, perteneces al sexo femenino y esto, a priori, te parece un handicap para la empresa que te planteas? Esta semana hablaremos de las mujeres y de inmigración hacia países árabes. ¿Crees que es una oportunidad? ¿Un peligro?

Migrar a países árabes

Migrar a países árabes no es cosa fácil para nadie y, menos aún, al parecer, para las mujeres que se lo propongan. Por desgracia, existe la creencia de que los países árabes someten a duras presiones de tipo religiosa, social y política a las mujeres que nacen en su territorio y, por lo tanto, que migrar a dichos países implica un cambio de costumbres y de convivencia considerables para mujeres que no hayan vivido nunca de forma regular allí.

Pues bien, vamos a cambiar el chip en cuanto a estas creencias. Resulta que, por ejemplo, si tratamos el país árabe por excelencia, Dubái, vamos a ver que dicho país resulta especialmente atractivo para aquellas personas que buscan un país con más posibilidades laborales, entre ellas, mujeres. De hecho, este país árabe solo cuenta con un 15% de población nacida en el territorio, el 85% restante son inmigrantes, la mayoría de Irán, India, Pakistán, UK o España.

Las mujeres que migren hacia este país, por poner un ejemplo, han de tener en cuenta que en Dubái se habla, además de árabe, el idioma oficial, inglés, alemán e hindi, es decir, que se cuentan con más posibilidades a la hora de comunicarse que solo el idioma árabe. Esto es un punto muy positivo.

Otro punto positivo es que, por su parte, los hombres que se planteen emigrar a Dubái, el puesto de trabajo que más se demanda es el de la construcción pero, en el caso de las mujeres que decidan trabajaren Dubái, las puertas de sectores como el comercio, el turismo y las finanzas se abren muchísimo más que en comparación con el sexo masculino.

También se debe tener en cuenta, tanto para el caso femenino como para el masculino, que en este país Árabe no se puede obtener la nacionalidad nunca, así lo afirma su política. Eso sí, es posible obtener la residencia permanente si se compra un inmueble en el país.

Por otro lado, el pensamiento generalizado en occidente sobre que en los países árabes se vive entre conflictos con las mujeres o desigualdades varias, no es totalmente cierta, de hecho, en Dubái existe un índice de criminalidad y delincuencia tan bajo que su atractivo radica, en la mayoría de las ocasiones, para los inmigrantes, en esta cuestión.

Si bien en los países occidentales existe un buen porcentaje de accionistas y directivos de género femenino, hay que decir que estos países tienen uno de los índices de crecimiento económico más altos del mundo, por lo tanto, el deseo que desde la política árabe existe de conseguir que, tanto hombres como mujeres, emigren a su país, es alto y para nada desinteresado.

Los puntos negativos de la emigración femenina a dichos países es que, por ejemplo, el índice de prostitución es alto y éstas deben mantener, siempre, su seguridad bien alta. Además, si se quiere optar a un trabajo, es necesario que el contrato laboral se encuentre ya elaborado antes de acudir al país (con fecha de inicio y fin y su retribución salarial).

Las mujeres pueden ir solas por la calle, con piezas de ropa que incluyan faldas y no se les obliga a predicar la religión musulmana si no es su deseo. Estos son prejuicios nacidos en países occidentales y no tienen nada que ver con la realidad.

Por último, todos han de saber que la educación y la sanidad son privadas y, por lo tanto, han de pagarse sus servicios debidamente.

En fin, sobre todo, hombres y mujeres, plantéense sus posibilidades a la hora de emigrar a los países árabes y recuerden no caminar al sol por sus calles. Cojan un taxi (bastante económicos) y cúbranse el cuerpo con telas que repela el calor, siempre presente.