Muchas veces hemos podido comprobar como importantes empresas deciden externalizar algunos de sus servicios y trasladarlos hasta el continente asiático. En la mayoría de los casos, China se convierte en el objetivo principal de estas empresas, que finalmente y por diversos motivos terminan realizando una buena parte de sus procesos desde dicho continente. Las causas que motivan esta tendencia son muchos y conocidos por la mayoría de clientes. Factores como disponer de una mano de obra mucho más barata de contratar, la facilidad del outsourcing o externalización en estas zonas y los trámites sencillos que hay que llevar a cabo para realizarlo, la obtención de ventajas competitivas en el sector de la empresa o en algunos casos, una forma de evadir impuestos en el país de origen, hace que la externalización a Asia sea algo habitual en determinados sectores de producción.

En el lugar del consumidor, por norma general se tiene una percepción negativa de toda aquella empresa que decide externalizar su producción a países asiáticos. En la mayoría de los casos, las empresas no facilitan esta información abiertamente a sus clientes. El motivo principal por el que no se informa de este dato al público general es que siempre se ha tenido la idea que todo aquel producto fabricado en un país oriental es de menor calidad, con una materia prima barata y no especialmente buena, y con unos estándares de calidad verdaderamente bajos. No obstante, esto no tiene por qué ser siempre cierto. Siempre dependerá de la empresa en cuestión, y su mimo y atención en estos detalles. En cualquier caso, siempre que se realiza un outsourcing se tiene como finalidad mejorar la productividad y generar mayores ingresos con un menor coste de producción.

Lo cierto es que el continente asiático lleva la delantera en el ámbito de la externalización de servicios de producción. Según un reciente estudio realizado en el año 2016 por Global ServicesLocationIndex, los 10 primeros países que lideran esta lista en la que se tiene en cuenta las actividades empresariales que han sido externalizadas pertenecen a Asia en su totalidad. En la cabeza de la lista nos encontramos a la India y a China, seguidos por Malasia, Indonesia y Tailandia, Sin duda, este es todo un ejemplo del poder de externalización de empresas hacia territorios asiáticos.

Si nos centramos en el tipo de producto a fabricar que se externaliza, nos encontramos con ámbitos de todo tipo: desde empresas del sector textil y calzado hasta productos y componentes electrónicos. El problema es que, en muchos casos, nos encontramos que estas centrales de producción situadas en los países menos desarrollados del continente asiático disponen de unas condiciones de trabajo mediocres para sus trabajadores. En más de una ocasión la prensa se ha hecho eco de las condiciones laborales con las que cuenta un gran número de trabajadores y trabajadoras tailandesas. No obstante, desde los diferentes gobiernos de los países que están implicados en estos outsourcings se intenta luchar porque estas condiciones laborales esclavistas se reduzcan en gran medida. Aún y así, hay un largo camino de lucha y reclamo para conseguir que las cosas cambien en este aspecto.

En otros casos se intenta que el propio gobierno del país que decide externalizar alguno de sus servicios de producción tome medidas para evitar dicha decisión. Estas barreras tienen como finalidad proteger la economía del país, evitando así que una parte de las ganancias de dicha empresa no se contabilicen en el propio país. Esto siempre ha generado debate y división entre políticos y empresarios, ya que los intereses de unos y de otros difieren y no siempre se llega a un consenso o acuerdo por parte de ambos. En cualquier caso, esta “huida” no siempre ha de repercutir negativamente en el país de origen. Gracias a la externalización, muchas empresas han visto crecer sus beneficios en los últimos años, consiguiendo así diversificar sus puntos de producción y aportar así un mayor rendimiento en sus cuentas. Sea como fuere, cada caso es único y merece ser tratado con especial atención, teniendo en cuenta las ventajas e inconvenientes que supondrían una externalización de los servicios de producción hacia algún otro país.